15/05/2024
12:30 AM

Inmortalizadas

  • 28 abril 2024 /
Emy James

Estoy segura de que no importa cuánto tiempo pase, cada vez que Yoko Ono escucha en algún lugar la canción “Woman” (para mí la más bonita de todos los tiempos), escrita por John Lennon para ella, debe hacérsele un mundo en la garganta. Y es que personas como ella quedaron inmortalizadas gracias a que algún genio se enamoró de ellas.

Tal es el caso de Donna Ludwig, la novia adolescente del popular cantante Ritchie Valens, quien inspiró esa linda canción que lleva su nombre. A pesar de que su autor haya muerto trágica e inesperadamente a los 17 años y que ella eventualmente desaparezca, esa canción permanecerá por aquí indefinidamente (si ya se ha mantenido por más 60 años, es muy probable que así continúe).

Luego podemos mencionar a la Alice del gran pintor francés Claude Monet, quien no fue tan de él al principio, y es que la de ellos como la de todos los demás es una historia bastante interesante.

Resulta que ella estaba casada con Ernest Hoschedé (todo esto por allá de 1876), quien en ese momento era un reconocido magnate, crítico y coleccionista de arte. Él y Monet eran muy buenos amigos, mientras tanto, el pintor estaba casado con Camile, pero ella murió luego de dar a luz a su segundo hijo.

Poco después, Ernest enfermó de gota y también murió. Su amigo se hizo cargo de todos los gastos funerarios y su familia. Un año más tarde y para sorpresa de todos, Monet le propuso matrimonio a Alice, se la llevó a otra ciudad, donde formaron una familia con los seis hijos de ella y los dos de él. El pintor siempre expresó su felicidad por tenerla en su vida, ella fue su musa en muchas de sus obras.

Estuvieron juntos hasta la muerte de ella en 1911.

Podríamos mencionar también a la maga de Julio Cortázar, protagonista de su gran novela “Rayuela”, personaje inspirado por Edith Aron, traductora alemana con quien se encontraba una y otra vez por todos lados hasta que decidieron darle una oportunidad al romance, de esto aquella famosa frase del escritor: “Todo encuentro casual era una cita”.

Aquí cabría también la Sien de Van Gogh, una chica sencilla que quedó plasmada en varias de las obras del pintor holandés, obras que hoy en día son de un valor increíble. Ellas podrán ya no estar físicamente en este mundo, pero permanecerán por siempre a través del arte que sus amados nos han dejado.

Y qué tal la ocurrencia de Adolf Von Baeyer, Premio Nobel de Química en 1905, quien a finales del siglo XVI realizó investigaciones teóricas que abarcaron casi todo el campo de la química orgánica (lo que le valió el importante premio) y que luego de varias décadas de ardua labor logró sintetizar un ácido que, según aseguraba, producía los mismos efectos que el amor: sedación e hipnosis.

Y ya que en ese momento él mismo se encontraba locamente enamorado de su novia Bárbara decidió bautizar la sustancia como barbitúrico, en honor a ella... muy acorde.